En una pequeña granja, vivía un conejo torpe llamado Copito. Copito era muy distraído y siempre se olvidaba de todo. Un día, se despertó y se dio cuenta de que había olvidado dónde escondió todas sus zanahorias!

Copito comenzó a buscar por toda la granja, cavando hoyos y revolviendo arbustos. Pero, para su desesperación, no podía encontrar las zanahorias en ningún lado. Frustrado, Copito decidió pedir ayuda a sus amigos animales.

Primero, encontró a la gallina Doña Cluck, que se rió tanto que sus plumas temblaban. Luego, encontró al cerdito Ronquillo, que tenía un hocico gracioso y roncaba todo el tiempo. Juntos, emprendieron una búsqueda divertida por las zanahorias perdidas.

Copito, Doña Cluck y Ronquillo buscaron en las colinas, en el lago e incluso en el granero espeluznante. Mientras tanto, las otras zanahorias de la granja comenzaron a brotar y crecer, creando un jardín de zanahorias gigantes. ¡Era un caos!

Finalmente, Copito tuvo una idea brillante. Recordó haber escondido las zanahorias en la madriguera del Sr. Armadillo. Todos corrieron hasta la madriguera y encontraron las zanahorias. ¡Copito estaba tan feliz que hasta saltó de alegría!

A partir de ese día, Copito decidió anotar todos sus escondites en un cuadernillo especial. Así, nunca más olvidaría dónde guardó sus golosinas favoritas. Todos en la granja se rieron mucho de la torpeza de Copito, y él aprendió que reírse de uno mismo es el mejor remedio.