
El Conejo Torpe



Había una vez un conejo llamado Bob, que era muy torpe. Bob vivía saltando y corriendo por el bosque, pero siempre terminaba metiéndose en problemas.
Un día, mientras saltaba entre los árboles, Bob cayó en un hoyo profundo. Intentó salir, pero sus patas no alcanzaban el suelo.
Bob comenzó a preocuparse y pidió ayuda. Afortunadamente, una ardilla llamada Nico pasaba cerca y escuchó sus gritos de auxilio.
Nico corrió hasta el agujero y miró a Bob con preocupación. Dijo: "No te preocupes, Bob, encontraré una manera de sacarte de ahí".
Nico ató una cuerda fuerte a un árbol y bajó por el agujero. Con cuidado, ayudó a Bob a agarrarse de la cuerda y lo sacó del hoyo.
Bob estaba muy agradecido con Nico por salvarlo. Se dio cuenta de que, aunque era torpe, tenía amigos que siempre estaban dispuestos a ayudar.
Decidido a superar sus desafíos, Bob comenzó a practicar sus habilidades todos los días. Saltaba, corría y entrenaba para mejorar su coordinación.
Con el tiempo, Bob comenzó a volverse más ágil y menos torpe. Aprendió a controlar sus saltos y a evitar problemas innecesarios.
Bob se sentía seguro y orgulloso de sí mismo. Agradeció a Nico por haber creído en él y por alentarlo a superar sus desafíos.
A partir de ese día, Bob continuó explorando el bosque, pero con más cautela y habilidad. Se dio cuenta de que, incluso con sus tropiezos, podía rar grandes conquistas.