
El Pequeño Viajero



Érase una vez un niño llamado Pedro, que tenía una imaginación muy fértil. Le encantaba inventar historias y viajar a lugares lejanos en su mente.
Un día, mientras jugaba en el parque, Pedro encontró un libro antiguo en un banco. El libro estaba lleno de imágenes de lugares exóticos y emocionantes.
Curioso, Pedro abrió el libro y, de repente, fue transportado dentro de las páginas. Se encontró en una playa soleada con palmeras y aguas cristalinas.
Emocionado, Pedro comenzó su viaje explorando la playa. Encontró conchas coloridas, construyó castillos de arena e incluso nadó con delfines juguetones.
Luego, pasó la página del libro y apareció en una selva exuberante. Pedro vio monos saltando de rama en rama y escuchó el canto de los pájaros.
Se aventuró por la selva, enfrentó enredaderas y encontró una cascada escondida. Pedro se sumergió en el agua fresca y sintió la energía de la naturaleza a su alrededor.
La siguiente página lo llevó a un castillo medieval, con torres altas y puentes colgantes. Pedro imaginó ser un caballero valiente y exploró cada rincón del castillo.
Mientras recorría las páginas del libro, Pedro visitó lugares increíbles: una ciudad futurista, un planeta distante e incluso el fondo del océano.
Después de muchas aventuras, Pedro regresó al parque. Sostuvo el libro en sus manos y se dio cuenta del poder de la imaginación y la exploración.
A partir de ese día, Pedro supo que el mundo era un lugar lleno de maravillas esperando ser descubiertas. Continuó explorando, tanto en su mente como en la vida real, manteniendo viva la llama de la imaginación.