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El Ratoncito y el Sonido Misterioso

El Ratoncito y el Sonido Misterioso

categoryLargos
personDesconhecido
calendar_today01/01/2020
text_fields371
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Nico era un ratoncito curioso y valiente que vivía en una madriguera acogedora, llena de trocitos de lana y hojas secas para mantenerlo caliente. Le encantaba la tranquilidad del bosque, pero también era muy curioso sobre los sonidos de la noche. Un día, mientras la luna brillaba en el cielo y el viento balanceaba los árboles, Nico escuchó un sonido extraño: “¡Tu-tu-tu!”

Era un sonido diferente, algo que nunca había escuchado antes. Intrigado, Nico decidió investigar. “¿De dónde viene ese sonido?”, se preguntó a sí mismo. Tomando una pequeña linterna que había hecho con un trozo de cáscara de nuez, salió de su madriguera en busca de respuestas.

Primero, Nico fue al lago, donde encontró al sapo Croco. “Croco, ¿estás haciendo ese sonido extraño?”, preguntó Nico. Croco abrió los ojos y respondió: “No, Nico. Mi sonido es ‘croac-croac’, ¡y nunca ha cambiado! Pero buena suerte en tu búsqueda.”

Sin darse por vencido, Nico continuó su recorrido. Siguió el sonido hasta un árbol alto y vio un murciélago colgado cabeza abajo. “Murciélago, ¿hiciste el sonido ‘tu-tu-tu’?”, preguntó Nico, levantando su linterna. El murciélago bostezó y respondió: “Solo hago silencio cuando vuelo por la noche. No soy yo, pero espero que encuentres lo que buscas.”

Más curioso que nunca, Nico siguió el sonido hasta una cueva al fondo del bosque. Dentro, vio algo inesperado: una pequeña lechuza con ojos grandes y plumitas suaves. Parecía avergonzada y susurraba para sí misma: “Tu-tu-tu.”

“¿Estás bien?”, preguntó Nico, acercándose con cuidado. La lechucita suspiró y respondió: “Estoy tratando de aprender a cantar como las otras lechuzas, pero aún no puedo.” Nico rió y dijo amablemente: “¡Tu sonido es hermoso! Solo necesitas práctica, y pronto serás la mejor cantante del bosque.”

La lechucita sonrió por primera vez. Sintiendo ánimo, intentó de nuevo: “¡Tu-tu-tu!” Ahora, el sonido parecía más firme y confiado. Nico aplaudió, y la lechucita agradeció: “Gracias, Nico. Eres muy amable.”

Desde ese día, Nico y la lechucita se convirtieron en grandes amigos. Todas las noches, exploraban el bosque juntos, y la pequeña lechuza cantaba con cada vez más confianza. Nico aprendió que, a veces, un poco de aliento puede hacer toda la diferencia, y la lechucita descubrió que la práctica y la amistad hacen que cualquier desafío sea más fácil de superar.