Historioteca
bookHistórias
favoriteDoações
La Hada y la Flor que No Florecía

La Hada y la Flor que No Florecía

categoryLargos
personDesconhecido
calendar_today01/01/2020
text_fields354
WhatsApp
Facebook
X

Luna era una pequeña hada conocida en todo el bosque por su habilidad especial: hacía que las flores florecieran. Con un suave toque de sus manos brillantes, los pétalos se abrían, llenando el jardín de colores y perfumes maravillosos. Los animales e insectos del bosque adoraban a Luna, pues su trabajo hacía el mundo más bonito y alegre.

Un día, mientras volaba por un claro soleado, Luna encontró una flor diferente. Sus pétalos estaban cerrados y parecían muy tristes. “¿Por qué no floreces?”, preguntó Luna, posándose al lado de la flor. Intentó usar su toque mágico, pero no ocurrió nada. Preocupada, Luna decidió pedir ayuda a sus amigos.

Llamó al colibrí, a la mariquita y al grillo, sus compañeros más cercanos. “¿Por qué esta flor no abre sus pétalos?”, preguntó ella. El colibrí examinó la flor de cerca y dijo: “Parece saludable, pero quizás le falte algo.” La mariquita pensó por un momento y sugirió: “Quizás esté sola.” El grillo, siempre alegre, coincidió: “¡Creo que necesita compañía y diversión!”

Luna tuvo una idea brillante. “¡Organicemos una fiesta aquí en el jardín! Con música, risas y muchos amigos, ¿quién sabe si la flor se anima?” A todos les encantó la idea y comenzaron a prepararse. El grillo afinó su violín de hojas, el colibrí repartió invitaciones por el bosque, y la mariquita trajo pétalos coloridos para decorar el claro.

Pronto, el jardín estaba lleno de vida. Mariposas, abejas, ardillas e incluso el sapo del estanque vinieron a participar. Había música, danzas y muchas risas. La pequeña flor, rodeada de tanta alegría, comenzó a moverse. Lentamente, sus pétalos se abrieron, revelando un brillo mágico en el centro. Todos quedaron maravillados con su belleza única.

Luna sonrió, emocionada. Se dio cuenta de que, a veces, lo que alguien necesita para florecer no es magia, sino amor, compañía y momentos felices. A partir de ese día, la flor se convirtió en la estrella del jardín, recibiendo visitas diarias de amigos que le recordaban que nunca más estaría sola.

Y Luna continuó esparciendo su magia por el bosque, ahora con una lección importante en el corazón: la verdadera belleza nace del amor y la amistad.